
“La vida se me ha aparecido siempre como una planta que vive de su rizoma. Su vida propia no es perceptible, se esconde en el rizoma. Lo que es visible sobre la tierra dura sólo un verano. Luego se marchita. Es un fenómeno efímero. Si se medita el infinito devenir y perecer de la vida y de las culturas se recibe la impresión de la nada absoluta: pero yo no he perdido nunca el sentimiento de algo que vive y permanece bajo el eterno cambio. Lo que se ve es la flor, y ésta perece. El rizoma permanece”.
Carl Gustav Jung

La búsqueda constante y obligatoria del devenir del tiempo y el arte nos da la mano invitándonos a recorrer los diferentes estados del alma en el que, inmersos, nos transportan a la frescura de otro tiempo. Les une el rizoma.
“Danzar es alejarse de este mundo y el otro, rasgar el corazón, y de la propia alma levantarse”.
Rumi

La conversación entre cante, baile y guitarra nos recuerdan que, cuando la técnica lo invade todo, el artificio tiene que estar al servicio del arte. El Rizoma permanece. El Flamenco, el que nos toma de la mano y nos invita a elevarnos y alejarnos del mundanal ruido.

Les une la misma necesidad de alcanzar un estado de libertad, transportándonos a la frescura de otros tiempos. Donde la comunicación entre relojes no existe. El concepto de pasado, presente y futuro no ha lugar.

Estamos en un espacio atemporal y único. El rizoma.